domingo, 11 de marzo de 2012

La maté porque era mía: el flagelo del femicidio en Argentina


Entrevista con Ada Beatriz Rico, directora de La Casa del Encuentro, centro de asistencia, orientación y prevención integral de la violencia contra la mujer y trata de personas.


Las relaciones de poder y la lucha de clases se manifiestan como apropiación privada de lo generado colectivamente. El capitalismo es, entre otras calamidades, el modo en que se reproduce la vida a través de la opresión de los pocos sobre los muchos. Pero no todo termina allí. Las expresiones de una sociedad de clases tienen que ver con el castigo, la discriminación, el menoscabo, la infamia de la violencia para sostener los privilegios y el poder, tanto en términos ampliados, como en los nudos culturales y concretos más cotidianos. Entonces allí está la homofobia, el odio al extranjero y al originario; en fin, el patriarcado.

La talla civilizatoria de una sociedad, incluso capitalista, se mide también por el trato humanista de sus niños, ancianos, migrantes, originarios. Y por los niveles de igualdad entre los hombres y las mujeres. Esto es, a mayor igualdad y libertad, más cerca de la humanidad; y a menor igualdad y libertad, más cerca del mono.

De los 41 países que conforman América Latina y el Caribe, Argentina se encuentra en el ranking trágico de las 4 naciones con mayores índices de femicidios registrados, junto a Guatemala, México y Costa Rica. El 2011, 282 mujeres fueron asesinadas por hombres por causas sexistas en las tierras de Alfonsina Storni y Alejandra Pizarnik. El 2010, hubo 260 femicidios; el 2009, 231; y en el 2008, 208. La tendencia ascendente del horror no deja lugar a las dudas.

En la Ciudad de Buenos Aires, en Rivadavia 3917, hay una puerta sencilla y discreta, casi imperceptible. Sin embargo, en su interior estalla la esperanza. Se trata de la Casa del Encuentro, una asociación civil que asiste a mujeres víctimas de la violencia sexista y trata de personas. Su directora es Ada Beatriz Rico. Con ella se entrevistó el periodista que firma el texto.

-¿Cuál es la definición de ‘femicidio’?

“El asesinato cometido por un varón hacia una mujer con la intención inicial de poseer a esa mujer y tratarla como un objeto de su pertenencia. Él cree que la mujer es algo de su propiedad, y como tal, considera que puede hacer con ella lo que desee. Golpearla, gritarla, insultarla y hasta matarla".

-¿Y una mujer asesinada como resultado de un robo u otro delito?

“Ello es un homicidio. Sólo la connotación sexista determina el femicidio. Es decir, es un crimen político. Es la denuncia a la naturalización de la violencia hacia las mujeres, donde somos asesinadas por nuestra condición esencial de mujeres”.

LA DESIGUALDAD ESTRUCTURAL

-De acuerdo a tus investigaciones y a la práctica concreta y asistencial que se realiza en la Casa del Encuentro, ¿cuáles son las causas profundas del femicidio y la violencia a la mujer?

“Existen insuficientes políticas públicas que protejan a las mujeres en situación de violencia. Cuando una mujer efectúa una denuncia hacia el varón agresor, en muchos casos, retorna al lugar donde convivía con el agresor. Faltan refugios para que la mujer no tenga que regresar allí. Ahora bien, lo de fondo es mucho más complejo y tiene que ver con la modificación de patrones culturales, y en particular, con la desigualdad estructural que hay entre mujeres y hombres.”

-Campea el patriarcado…

“El patriarcado nos oprime a todos y a todas. No hace mucho, en Argentina las mujeres éramos “la señora de fulano”. Ahí está el signo de la propiedad. En el país no existía la patria potestad compartida, las mujeres no votaban. Pasábamos de ser propiedad de los padres a ser propiedad del marido. No éramos sujetas de derecho, éramos objetos de pertenencia. Claro que actualmente, ocupamos cargos públicos. Sin embargo, permanece la convicción ideológica de que las mujeres somos el “sexo débil” y que necesitamos un varón al lado para estar 'completas'”.

-Los medios de comunicación de masas, también parecen ser parte de la estrategia de fortalecimiento del patriarcado, como si el machismo fuera una industria y un mercado…

“Sí. Ocurre que existen leyes que prohíben esos contenidos, pero jamás se llevan a la práctica. Por ejemplo, cuando los medios hablan de “crimen pasional”, pareciera que el varón mató a la mujer “por amor”. Pero no se mata por amor, se mata por odio. Hay programas televisivos, como los de Marcelo Tinelli, donde la mujer aparece como un ser no pensante, como un adorno”.

-¿Cuál es el caso prototípico que ustedes asisten como equipo de profesionales?

“Los casos de femicidio son repetitivos. Cambian los nombres, las edades y los lugares, pero se reiteran invariablemente. Se trata siempre del varón que se cree dueño, el amo de la mujer”.

-¿Y por qué la víctima de las agresiones simplemente no se va?

“Porque, en cierta manera, ella ama una parte de ese varón. Opera en su cabeza la fantasía de las promesas que le hace, de que no va a pasar más. La violencia es un círculo, un ciclo que atraviesa por la furia, el golpe, el pedido de perdón, y después retorna al mismo circuito cada vez con más fuerza”.

-¿En qué estado se encuentra una mujer violentada?

“Con una autoestima totalmente destruida. Cuando se trata de parejas y no de violaciones repentinas por extraños, la mujer encima tiene años y años de soportar insultos, gritos, golpes, denuncias, hasta llegar al asesinato. A nuestra casa llega una mujer que ya no puede más. En muchísimas oportunidades, vienen a buscar ayuda para sus hijos golpeados, no para ellas. Aparecen con un desorden interno de no querer continuar viviendo más por ellas, sino seguir adelante sólo por los niños. Y nosotras, como equipo, tenemos que entender a una mujer que luego de 15 días de visitarnos, nos telefonea para comunicarnos que volvió con la pareja. ¿Sabes lo que cuesta que esa mujer recupere la sonrisa? Las magulladuras se borran, pero las marcas de adentro no se van”.

-¿Cómo se detecta anticipadamente el flagelo en una pareja?

“Hay que fijarse mucho en la etapa del noviazgo. Las mujeres más jóvenes tienden a idealizar ese amor romántico, ese amor “para toda la vida”. Pero en la realidad, cuando en esa fase el varón ya comienza con insultos, con descalificaciones y conductas controladoras; el segundo paso es el golpe”.

-¿Los femicidios tienen edad y clase social?

“No. El femicidio es transversal. Ha habido mujeres asesinadas entre 15 a 86 años, a lo largo y ancho de todo el país. Existe un imaginario que habla de que el crimen femicida sólo ocurre entre los pobres. No obstante, una mujer agredida con recursos económicos cuenta con mayores posibilidades para invisibilizar su situación. Lo otro es pura estigmatización”.

ERES MÍA O DE NADIE

-Naturalmente te estás refiriendo a un tipo de hombre…

“Por supuesto. Hablo de los varones violentos, no de varones en general. Y lo que busca el varón violento es la cosificación de esa mujer agredida. Cuando una mujer toma sus propias decisiones, como trabajar fuera de casa o estudiar, nos encontramos con conceptos clave que emplea el agresor: aislamiento, control, celos, descalificación. A lo mejor, una mujer pueda pensar ante ese comportamiento que “no, este no es violento”. Pero se trata del preludio de lo que vendrá después. Y el varón violento no es un “loco”. De hecho, ese argumento sirve para salvarlo de su responsabilidad. En la calle ese varón puede ser un buen vecino, amable, e inclusive, un compañero de lucha. Nuestro equipo desarrolla muchas actividades con los movimientos sociales, y siempre me pregunto: ¿Ese compañero con quien nos tomamos una calle y llevamos juntos una bandera, codo a codo, por qué llega a casa a sentarse mientras la mujer debe preparar la comida y asear y lavar y planchar?”.

-¿Cuál es la operativa del varón violento?

“Comienza a aislar a la mujer de su familia muy sutilmente. Lo mismo hace con su trabajo y sus amistades. Entonces ella queda en poder del varón que, a la vez, va menoscabando su autoestima y formándola “a su manera”. Y cuando esa mujer toma una iniciativa, quiere “tomar aire”, el varón no lo permite. Detrás se haya el convencimiento de que 'eres mía o de nadie'”.

-¿Cómo impacta un femicidio en el entorno familiar?

“Recién el 2011 registramos las ‘víctimas colaterales’ del femicidio; los niños y las niñas que quedan sin madre, ¡y que su padre está preso por matar a su madre! Luego están los padres de la víctima y el victimario; los parientes. Es decir, existe un universo de personas destrozado. En el caso de los menores, si son 4 o 5, normalmente terminan separados entre sí. Deben mudarse de barrio, de colegio, pierden los amigos. Aquí es urgente su atención psicológica. Debería existir algún tipo de subsidio que garantizara la manutención de esos niños y la no pérdida del vínculo entre sí. ¿Cómo crecen esos chicos que, en muchos casos, incluso presenciaron el asesinato? La mayoría de las mujeres asesinadas están en edad de procrear. Son mujeres jóvenes que tienen hijos”.

LA EMANCIPACIÓN HUMANA SERÁ ANTIPATRIARCAL O NO SERÁ

-¿Qué medidas públicas se han tomado ante el espanto?

“En Argentina existe una ley de protección de violencia para las mujeres. Está tipificado que si una mujer parte a realizar una denuncia por violencia, aunque sea psicológica, se la tienen que tomar. Sin embargo, hay mujeres que han sido asesinadas aunque el agresor tenía exclusión del hogar. ¿Quién se ocupa de supervisar el mandato legal de la exclusión del hogar? Cuando un varón violento siente que perdió a esa mujer, cree que le robaron algo y está dispuesto a todo. Por otra parte, cuando una mujer sufre una agresión sexual en la calle y va a denunciarla, probablemente le van a preguntar, “¿pero usted no lo habrá provocado?” Si se trata de un robo, no te preguntan si tú le ofreciste la billetera al ladrón".

-Teniendo siempre como objetivo central la construcción de una sociedad emancipada, de iguales y libres, ¿cuáles son las demandas por las que luchan en el corto plazo?

“Creemos que la figura del femicidio debe incorporarse en la legislación. Hoy un varón puede asesinar a una mujer y tener una sanción ¡de 5 años apenas! Eso promueve francamente el femicidio. Debe implementarse como figura penal autónoma con cadena perpetua. Y, a la vez, que se modifique el Código Civil, para que los femicidas pierdan la patria potestad de los niños que quedan. A ello, hay que agregarle grandes campañas de difusión para romper el miedo, y un teléfono gratuito de emergencia. Y que la ley, que está escrita, pero no aplicada, reciba el financiamiento correspondiente. Con esa batería de iniciativas ya habríamos dado un paso significativo".

-¿Qué relación inmediata estableces entre capitalismo y patriarcado?

“Cuando la mujer está en casa haciendo las labores domésticas que no realiza un hombre que trabaja asalariadamente, ¿cuánto se ahorra el patrón con el trabajo impago de la mujer? Y cuando la mujer labora por un salario, por idéntico trabajo que el hombre, renta un tercio menos que el varón. Por eso cualquier proyecto político liberador debe contener medularmente la eliminación de toda forma de violencia sexista y de discriminación”.

por Andrés Figueroa Cornejo



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