lunes, 14 de octubre de 2013

Rebeldía y constitución del sujeto femenino en la obra de Julieta Kirkwood

Por Lorena Armijo Garrido




Julieta Kirkwood (Chile, 1937-1985) comienza uno de sus textos titulado Feminarios (1987) retomando una reflexión de Simone de Beauvoir (1977) que ha llegado a convertirse en la columna vertebral del pensamiento feminista contemporáneo. La filósofa francesa señala que sólo la mujer ha tenido el problema de preguntarse por el significado de su condición; cuestión contraria sucedería con el hombre, quien desde tiempos inmemoriales y arrogándose la neutralidad científica, se ha nombrado a sí mismo como representante del ser humano. En él confluyen las preguntas y repuestas, utopías y realidades de la civilización occidental en un universo de significados, suficientemente denso frente a la comunidad de valores y bastante poroso a los disensos entre hombres. Esta revelación desencadenó primero la ruptura del silencio de las mujeres y, posteriormente, las posibilidades de transformar su posición desventajada.

Para el pensamiento feminista, el problema de la constitución del sujeto femenino nace de la ausencia de una definición de sí misma que sea satisfactoria, llegando a convertirse en una búsqueda permanente y en ocasiones hasta agotadora de la propia subjetividad. No se trata únicamente del deseo de contar con una identidad o discurso asentado en la diferencia sexual, sino también de instalar la subjetividad como proyecto racional, vivencial, emocional y político más allá de las esferas y ámbitos de la vida comúnmente conocidos por las mujeres. Las innumerables reflexiones sedimentadas tras décadas de ideas, enfoques y líneas de pensamiento han dislocado la clásica definición de ‘mujer’ replanteándola en una categoría teórica-política feminista con múltiples significados.

Los aportes a la construcción del sujeto femenino han permitido la inclusión de nuevas dimensiones en el conocimiento, y en la acción política desde las interrogantes propias de cada generación. Un gran inicio fue la idea de ‘política de localización’ de Adrienne Rich (1985) cuestionadora de la versión universal y abstracta del sujeto situando al cuerpo en la contingencia de la experiencia vivida a partir del color de la piel, el sexo, la cultura, la clase, el lugar. Donna Haraway (1995) avanza otro tanto al señalar que no sólo la topografía de la subjetividad es multidimensional, sino también su visión de ella. De ahí que su escritura feminista del cuerpo tenga una perspectiva parcial, ‘situada’, y por sí misma prometedora de objetividad. Más tarde Rosi Braidotti (2000) propone la figura del sujeto nómade que ha renunciado a toda idea y deseo de lo establecido transitando sin una unidad esencial y contra de ella.

Antes que esas autoras, Julieta Kirkwood entendía que el conocimiento de la experiencia femenina se obtiene a partir de sus propias protagonistas y de la interacción cotidiana en lugares como talleres, seminarios y jornadas de reflexión. Como feminista de su tiempo participó activamente en instancias de diálogo público permitiendo que una cantidad amplia de sectores sociales, en su mayoría mujeres populares ligadas a grupos de izquierda comprendieran y asumieran su posición subordinada. De esas instancias de creación conjunta de saberes articuló un diálogo virtuoso entre marxismo y feminismo enriquecido por la mirada procesal histórica, pero sin llegar a confundir sociología e historia. Siguiendo a los Annales franceses explicó racionalmente y con una inteligibilidad progresiva la representación del sujeto femenino, sin recurrir a la obsesiva búsqueda de los orígenes. Por el contrario, avanzó en la exploración de la procedencia genealógica relevando los fallos y accidentes, la inestabilidad e inexactitud lógica de la acción política feminista (Ser política en Chile. Las feministas y los partidos, 2010).

Ante la variedad de referencias foráneas en el pensamiento de Julieta Kirkwood, cabe preguntarse por el origen, la especificidad y aporte al feminismo Latinoamericano. Su pulsión feminista se asoma como rebeldía ante la necesidad de conformar una identidad colectiva de mujeres que abra la posibilidad de cuestionar el orden en tiempos de la dictadura chilena (1973-1990), exigiéndolo bajo el lema del movimiento feminista “democracia en el país y en la casa” (Tejiendo rebeldías, 1987b). Esta rebeldía basal en la constitución del sujeto femenino del feminismo (concepto de R. Braidotti) es lengua que cuenta una historia, cuerpo con experiencia, ideas y tiempo vivido como afirma Raquel Olea (2008), que facilita la intervención del texto sociológico convirtiéndolo en un nuevo lenguaje. Pero aquí no retomaré la idea de rebeldía de Julieta como estrategia textual que abre una fisura en el decir referido a la constitución del sujeto (masculino) y el decir de las ciencias. Tampoco indagaré en el cruce entre mujer y política destacado por Alejandra Castillo (2007) del cual nace el feminismo de Julieta en tanto política del nombrar y nombrarse mujer como medio para la elaboración de un discurso político capaz de reclamar la igualdad en el espacio democrático. Ni abordaré como plantea Kemy Oyarzún (2004) el posicionamiento del sujeto desde su identidad fluctuante e inscrita en la enunciación de experiencias femeninas. Más bien me centraré en una discusión sociológica sobre la influencia de esa rebeldía en la constitución social del sujeto femenino y las posibilidades reales de conducir procesos sociales más allá de la subjetividad de las mujeres. En otras palabras, si la rebeldía feminista (en un sentido subjetivo) conduce inevitablemente a un rebelión (en un sentido social). Es una reflexión próxima a lo planteado hace muchos años por Virginia Vargas (1989), acerca de la instalación social de la rebeldía de las mujeres en aras de la transformación de su opresión. Y tal como lo hizo Julieta en su tiempo, me situaré en un lugar y tiempo específico, desde la expresión y simbolismo de América Latina.

Una precisión más. Es cierto que los actuales caminos del feminismo son más sinuosos que en el tiempo de Julieta debido, en gran parte, a la emergencia del pensamiento de la diferencia y de nuevas prácticas socio-culturales y políticas favorables al  cuestionamiento del discurso sobre el sujeto mujer, ya que sería una representación de los cánones tradicionales del pensamiento científico. Pero también la pregunta acerca de su constitución y las contradicciones de sus significados sigue estando vigente no sólo por la fragmentación irrenunciable e irreconciliable de la práctica política feminista de sus protagonistas, sino también porque desde el tiempo de nuestra autora aflora sin desvanecerse un malestar enquistado en la identidad del feminismo y en sus efectos como proyecto racional de cambio social.


·         La rebeldía en la constitución del sujeto femenino

Una primera aproximación a la idea de rebeldía remite al movimiento en un espacio definido. Desde distintas disciplinas se plantea el desplazamiento de un estado inicial derivado del enfrentamiento de fuerzas (sociales, racionales y emocionales) opuestas sin determinarse su superación. Un buen ejemplo nos otorga la lingüística y la sociología.

En el pensamiento de Julia Kristeva (1999), la rebeldía, contenida en un espacio y tiempo, puede comprenderse como el rebasamiento del texto al introducir la experiencia desde el principio del placer y la posibilidad de instalar un sentido nuevo de la alteridad. Ambos componentes conducen al pleno reconocimiento de la experiencia rebelde en el lenguaje. Tras analizar la obra de Aragón, Sartre y Barthes, Kristeva plantea la rebeldía como una oposición a la identidad (sexual, de sentido, de la idea y de la política, del ser y del otro) no reductible a la razón, pero sí necesaria para la supervivencia de lo simbólico. Esta rebeldía tiene un componente biológico y psíquico capaz de otorgar un cierto proteccionismo que cada tanto se libera, se renueva y se goza para la propia reproducción. En un frente distinto, la sociología asume la rebeldía desde la acción de los individuos fuertemente teñida por el contexto político-histórico. Virginia Vargas (1989) toma el concepto de rebeldía de Julieta Kirkwood entendiéndolo como la expresión que le compete al oprimido en tanto llamado a resistir y transformar la situación de opresión vivida superando su enajenación mediante del desarrollo de una conciencia como sujeto autónomo. En ambas versiones, se produce un punto de inflexión que contiene la posibilidad de cambio, delineándose su orientación, pero sin indicar necesariamente sus resultados.

Para Kirkwood (1987a) la rebeldía nace de ese movimiento, de la toma de conciencia de la existencia de una contradicción entre la realidad vivida  (en la clase social, las relaciones de género, el poder de una autoridad y la discriminación de un grupo) y los valores y principios basales de la cultura occidental moderna (justicia, solidaridad e igualdad). El punto de partida es la presencia de un sujeto informado que toma conciencia de sus derechos y actúa en su nombre. Pese a situarla en un contexto específico –sociedad moderna- puede extrapolarse a tiempos y espacios distintos. La historia de la humanidad no sería otra que sucesivas luchas por la conquista de los valores propios, siendo el motivo último de todas las rebeldías.

El proceso rebelde en las mujeres supone un tránsito de gran sofisticación, ya que involucra la transvalorización de los fundamentos del ser, sus significados tradicionales - sacralidad de la maternidad en tanto sacrificio y entrega a los hijos y a los otros en general - valorada, pero subalterna a los de una sociedad de libres e iguales. De las alabanzas y al mismo tiempo descrédito de su condición femenina, de la palabra del otro objetivada a la construcción de su subjetividad emerge la ansiedad de la lucha y la necesidad de cambiar su propia significación. No es raro que en este proceso emerja la ambivalencia emocional, motor de la acción del sujeto: “una parte de cada una de las mujeres experimenta frustración, insatisfacción constante (impaciencia del hecho entre teoría y práctica) y, otra parte experimenta satisfacción de la ansiedad, por correspondencia entre práctica concreta y principios (respuesta sagrada de la madre que cumple su rol)” (Kirkwood, 1987:66).  La mujer rebelde traspasa su condición sagrada, impuesta e inmodificable a una condición humana, propia y racionalmente construida.
Pero este proceso personal es ante todo colectivo. No se trata de una rebeldía individual sino más bien de una rebeldía social donde la mujer se convierte en sujeto y se percibe a sí misma como miembro de un grupo desde el cual recoge información para la toma de conciencia y una posterior acción con sentido. La subjetividad no es más que la elaboración de la identidad de género como oposición y resistencia puesta al servicio del colectivo. Mencioné que Kirkwood considera la toma de conciencia como la constatación de profundas diferencias en el ejercicio de derechos y los postulados teóricos asociados a la titularidad. Sin embargo, ella va más allá al cuestionar la extensión de los principios ilustrados de la revolución francesa a la realidad vivida por las mujeres que aún son discriminadas del pacto social.

La rebeldía cruza el universo de significaciones y se instala entre las vivencias políticas y sociales. También es un freno impuesto desde las mujeres para la detención de los mecanismos perversos inhibidores de su identidad y su injerencia en las decisiones políticas de su comunidad. No se trata tanto de una concientización sustentada exclusivamente en la razón, sino más bien una pulsión convertida en acto que llega a tener sentido, punto desde  las creencias despiertan las diferencias y conducen a la liberación. De esta manera, su raíz brota del proyecto moderno instalándose, finalmente, en una apuesta crítica a él.

La secuencia racional de concientización – liberación llevada por las mujeres- es un acto autónomo de la injerencia de los hombres, su colaboración no hace más que potenciarlo, pero sin llegar a producirlo. El desarrollo de ese proceso, señala Kirkwood (1987b) se constata en la experiencia cotidiana y va unida a las otras liberaciones en niveles distintos. El primer nivel de carácter personal consiste en la recuperación del propio ser femenino y del reconocimiento e identificación con otras subjetividades femeninas semejantes. El segundo, de tipo social, conduce a la acción articulada entre mujeres. En ambos y como fundamento de continuidad del proyecto personal, Julieta insiste en que las mujeres se reserven el derecho de exigir la autonomía de su propio ser. De ahí su gran prudencia ante la participación en los partidos de izquierda, los que aun cuando tienen un discurso igualitario y portan la consigna de liberación humana, habrían relegado a las mujeres de la lucha principal apartándolas de intereses y proyectos de sociedad, pero las incluyen en los términos necesarios y funcionales a la liberación de los hombres.

De la conciencia de la rebeldía se pasa a la acción. Para Kirkwood (2010), la constitución del ser sujeto femenino del feminismo se concreta en la unión mujer y política, no tanto al alero de los partidos políticos que cuentan con departamentos femeninos, sino más bien en la elaboración personal de la propia política. En ese hacer se produce la conversión de las mujeres en sujeto. La unión entre ellas tejida en jornadas, reuniones, congresos o investigaciones no son un preludio de la constitución del sujeto femenino, sino el proceso por el cual se decanta. El ‘hacer juntas’ mediante la reflexión dialógica encauza la trama del sujeto colectivo que, rechazando el presente de dominación masculina elabora una nueva conciliación con la cultura, la historia y el poder. Su propuesta feminista es, tal como señala, contra-cultura, contra-dominio, contra-lenguaje y también contra-poder. Mientras dicha conciliación brota del conocimiento y desestabilización de lo producido, también requiere un arreglo para la construcción de una vida social más plena.

Kirkwood (2010 y 1987b) piensa la política en un sentido distinto al conocido. En las mujeres, la política se expresa en un doble juego cargado de retroalimentación. Por un lado, es el derecho a opinar, a cuestionar y a proponer la disolución de la sociedad actual y la construcción activa de la futura. Y, por otro, significa la destrucción de la propia discriminación y explotación y la reconstrucción de su condición. Estar fuera del hacer política significaría un estímulo al dominio masculino y la reproducción de las estructuras de opresión.


·         La expresión de la rebeldía feminista en América Latina

La constitución del proceso colectivo de la rebeldía feminista es registrada por Kirkwood (1987a) como una posibilidad de realización concreta. La confluencia de ideales de libertad e igualdad de la izquierda, por un lado, y de vivencias de desigualdad y opresión, por otra, conduce inevitablemente a una contradicción plausible en los discursos públicos, en la familia, el mercado laboral, la participación política y social. Para nuestra autora es evidente que en la década de los ochenta existe información referente a esta contradicción y, por tanto, cierta concientización de los problemas que aquejan a las mujeres y son vividos por ellas desde un estado de impaciencia o exasperación. Cabe precisar que la rebeldía emerge en las mujeres de clase media con cierto nivel educativo y participación en la esfera pública, pese a los encuentros con mujeres de estratos bajos. Esta selectividad se asienta en los niveles de concientización de la posición subordinada y las probabilidades de su transformación. Si existe la posibilidad histórica de la rebelión, el paso siguiente es su encauce, es decir, llevar la reflexión teórica a la práctica social. Para ello, plantea dos salidas: la primera, incorporar a las mujeres al mundo de la política tradicional y esperar que las luchas progresivamente aborden sus problemas y, la segunda, incluir al debate político las nuevas significaciones y valores feministas. En ambas estrategias, según Virginia Vargas (1989) las mujeres pueden relativizar los conflictos, desconfiando del orden social y de las verdades impuestas, al tiempo que pueden asumir una nueva valoración de su propia individualidad y de su condición de género. Este ser - hacer feminista tarde o temprano conducirá a una concientización por parte de los hombres y a un ajuste real favorable a las mujeres.

La vivencia de rebeldía implica también enseñanza y aprendizajes, denominado por Kirkwood feminismo docente. Se trata de un conjunto de contenidos desarrollados por grupos organizados de mujeres para hacer frente y resistir los embates de la dictadura y el dominio masculino: deben aprender biología (descubriendo los límites de las diferencia nacidas de la herencia fisiológica y de la cultural), historia (hecha, elaborada y narrada por hombres, sin una presencia activa de las mujeres) y psicología (aprendizaje social de la pasividad y coerción en el cuerpo femenino).

La reelaboración de la constitución del sujeto femenino implica la posibilidad y la fuerza de reivindicarse en la cultura misma, mediante la acción coordinada entre mujeres impulsada desde el movimiento de mujeres. La expresión social de la rebeldía contenida en la obra de Julieta Kirkwood aborda al menos cuatro aspectos ineludibles y conectados: 1) la redefinición de la identidad personal y colectiva, 2) la demanda de derechos de ciudadanía, 3) la participación en la esfera pública y, específicamente, en la toma de decisiones de la comunidad política y 4) la generación de un proyecto societal. Todos o algunos han formado parte de la agenda de los movimientos de mujeres en América Latina. Revisemos brevemente cada uno de ellos y su  relación.

La constitución identitaria es la racionalización del ser mujer desde un locus específico: su posición social. Involucra una formulación reflexiva de lo que se es y lo que se desea ser, su sentido final es el reconocimiento del derecho a decidir por sí misma, de manera informada y reflexiva sobre su propia vida. Sin adentrarse en los derroteros conceptuales de la ciudadanía, Julieta esgrime los lineamientos basales de la demanda de derechos en un sentido amplio, es la búsqueda tanto de la titularidad como del ejercicio efectivo del derecho al divorcio, al aborto, a la autonomía económica y patrimonial, en tanto demanda específica, pero también la exigencia que la proclama universalista e imparcial de la ciudadanía se encarne en las mujeres. Este llamado es, sin lugar a dudas, a una participación activa en las decisiones que les afectan y que son tomadas en la esfera pública, realizable desde los partidos o el movimiento. En su conjunto, es una apuesta por la enunciación de un proyecto social y cultural alternativo al orden impuesto desde las mujeres mismas.

La instalación social de la rebeldía consistiría en un proyecto feminista convocante a las agrupaciones de mujeres para convertirse en punta de lanza de la transformación social, pese a la multiplicidad de intereses, sentidos y propuestas en nombre del movimiento de mujeres. Tal vez la pluralidad y amplitud sean las características centrales del movimiento en América Latina, incluso hace treinta años, en tiempos de Julieta. Tres son sus vertientes más destacadas a juicio de Virginia Vargas (1989): la primera perfila su acción a partir de su rol de madre asociado al bienestar familiar y la subsistencia, la segunda, desde su acción en espacios tradicionales de participación política y la tercera, desde la lucha feminista. La propuesta de Kirkwood se centra en este último grupo, siendo no obstante el primero el que ha generado mayor controversia dentro del pensamiento feminista latinoamericano.
Para autoras como Sonia Álvarez (1990) la maternidad ha sido un “referente de movilización de las mujeres penetrante y duradero” en América Latina. La identificación mujer-familia posibilitó la movilización de recursos y los consensos necesarios para la generación de reformas. Las demandas femeninas en nombre de la maternidad podían ir en direcciones contrarias, algunas garantizaban la reproducción de la desigualdad de género y otras exigían la conquista de los derechos por parte de las mujeres, pero ninguna tenía un tinte político específico. No obstante, eran demandas o reivindicaciones colectivas más que individuales. Maxine Molyneaux (2001) destaca el carácter social de los movimientos feministas y de mujeres en la región que han contenido una amplia gama de corrientes y activismo popular y comunitario, y cuya movilización y politización se basaron en el rol tradicional de las mujeres dentro de las familias. En tiempos de Julieta, las mujeres se movilizaron por la subsistencia de sus familias en las instancias comunitarias de los años ochenta que lucharon por la superación de la pobreza y la protección de los hijos ante las atrocidades cometidas por los militares durante las dictaduras del cono sur. No podría decirse, por tanto, que el rol de las madres ha quedado relegado o confinado a la esfera doméstica, sino más bien se proyecta a la comunidad (incluyendo estado y mercado) siendo un mecanismo de entrada a la esfera pública y de legitimación de sus demandas, eso sí, puede ser a costa de una total identificación mujer-madre.
Algunos grupos feministas rechazan el ‘feminismo maternalista’, esto es, el reconocimiento de la maternidad en sí misma, por considerarla una función de reproducción de la vida física, o el feminismo instalado en instituciones públicas reproductoras de la vida social. Desde el tiempo de Julieta, estos grupos de mujeres han estado preocupados por definir las fronteras del ser feminista incorporando o excluyendo ambas versiones (maternalista e institucionales) en función de su ideología. Un ejemplo claro ha sido el rechazo o negación de considerar feministas a colectivos de mujeres que impulsaban acciones públicas desde valores que defienden a la familia.
No obstante, la interpretación que reconoce a las mujeres únicamente como grupos oprimidos olvida los permanentes intentos de contrapoder y negociaciones fructíferas. La maternidad también puede transitar a significaciones más igualitarias y anclarse en espacios políticos. La maternidad en tanto cuidado está siendo entendida como un derecho ciudadano de recibir (a cargo de organizaciones públicas y/o privadas responsables) y un derecho a dar cuidado (permiso parental y combinar cuidado y trabajo tiempo parcial), tal como lo plantea Boje y Almqvist (2000). De esta manera, el debate sobre la maternidad asociada al cuidado se desplaza el debate del terreno esencialista de la maternidad al de la política y las políticas, combinando la fuerza movilizadora de la primera con cuestiones de derechos y justicia social de las segundas. Podría pensarse en este sentido y siguiendo a Francesca Gargallo (2006), que no importan los sectores que conformen el movimiento – sean madres, pobladoras, autónomas, institucionales - sino más bien las ideas que lo atraviesan y dan coherencia a la articulación feminista. Cabe preguntarse si estas acciones son impulsadas por una rebeldía feminista. En este sentido, las luchas de las madres por encontrar familiares desaparecidos o las pobladoras por la subsistencia indican una movilización política, aunque con ausencia de reivindicaciones feministas, exigen reconocimiento del sistema político para sus familias, sin constituirse en una búsqueda del sujeto propiamente tal.
El ser–hacer del movimiento desde la lucha feminista emerge con dificultades y contradicciones, sin embargo no modifica, a juicio de María Luisa Femenías (2007), la idea de comunidad imaginada o invento estratégico ficcional de mujeres latinoamericanas para la generación, encauce y defensa de lo que considera son sus intereses. El avance de este ser –hacer implica necesariamente la autonomía de las organizaciones de mujeres a nivel ideológico y organizativo, garantizando que los principios, intereses y propuestas del movimiento no se subordinen a otros grupos, clases e instituciones ni que las estructuras las atrapen y las hagan perder sus objetivos.
La institucionalización en la que desembocó la rebeldía feminista propuesta por Julieta al retorno de la democracia en Chile (1990) constituyó el primer indicio del posterior quiebre hasta ahora sin retorno de las diversas posturas al interior del movimiento. Esta incorporación al mundo publico-estatal tan anhelada por las activistas como posibilidad de transformación desde dentro de las instituciones masculinizadas significó negociaciones con avances para la situación de la mujer, pero no necesariamente en la construcción del ser sujeto femenino propuesto por el feminismo. Los grupos no institucionales (como las Cómplices a comienzos de los noventa) reclamaron para sí llevar el estandarte de la legitimidad de la rebeldía legada por Kirkwood, pero no sumaron a su propuesta la diversidad de grupos feministas lograda en la década precedente.
En ese escenario pareciera que la rebeldía propuesta por Julieta Kirkwood nace y se retroalimenta en la vida social (en la comunidad de mujeres), pero su institucionalización en espacios formales de poder como el aparato estatal (parlamento, ejecutivo, judicial), en la negociación y disputas llega a ser un desafío concreto debido a la oposición y avances efectivos en la autonomía de las mujeres y el mejoramiento de su posición social. El reto actual de la puesta en marcha del pensamiento de Kirkwood es el encauce de la rebeldía feminista en contextos democráticos donde las iniciativas institucionales en nombre de la igualdad de género han copado la agenda de mujeres sin una articulación con avances claros en una política feminista.

Bibliografía

Castillo, Alejandra 2007): Julieta Kirkwood. Políticas del nombre propio, Santiago de Chile, Palinodia.
Braidotti. Rosi (2000): Sujetos Nómades, Buenos Aires, Paidós.
De Beauvoir, Simone (1977): El segundo sexo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana.
Gargallo, Francesca (2006): Ideas feministas latinoamericanas, historia de las ideas, Ediciones en Bolivia, Venezuela y México.
Haraway, Donna (1995): Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, Madrid, Cátedra.
Kirkwood, Julieta (2010): Ser política en Chile. Las feministas y los partidos, LOM Ediciones y Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile.
Kirkwood, Julieta (1987a): Feminarios, Santiago, Documentas.
Kirkwood, Julieta (1987b): Tejiendo rebeldías: escritos feministas de Julieta Kirkwood; hilvanados por Patricia Crispi, Santiago, CEM y La Morada.
Kristeva, Julia y Santa Cruz, Guadalupe (1999): Sentido y sinsentido de la rebeldía: literatura y psicoanálisis, Santiago de Chile, Editorial Cuarto propio.
Molyneaux, Maxine (2001): Género y ciudadanía en América Latina: cuestiones históricas y contemporáneas, en Debate feminista. 12, 23, México DF.

Olea, Raquel (2008): “Quiero con mi atrevimiento” Textualidad y rebeldía en Julieta Kirkwood en Nomadías, Norteamérica. Consultado el 23 de julio de 2013, http://www.revistas.uchile.cl/index.php/NO/article/viewArticle/12276/12601.
Oyarzún, Kemy (2004): Julieta Kirkwood, enunciación y rebeldías de campo.(En: Richard, Nelly, ed. Revisar el pasado, criticar el presente, imaginar el futuro),
Chile : Universidad Arcis, 2004, pp.129-142.
Rich, Adrianne (1985): Notes toward a Politics of Location. Women, Feminist Identity and Society in the 1980s: Selected Papers, 7-22.
Vargas, Virginia (1989): El aporte de la rebeldía de las mujeres, Lima, Ediciones Flora Tristán.



viernes, 15 de febrero de 2013

ABIERTA LA CONVOCATORIA PARA REVISTA PUNTO GÉNERO N°4




Tenemos el agrado de lanzar la cuarta convocatoria de Punto Género para que tod@s l@s interesad@s participen enviando sus trabajos a nuestra publicación.

El plazo para la recepción de artículos y reseñas es el 30 de abril de 2013, los cuales deben enviarse exclusivamente a puntogenero@facso.cl, donde también pueden escribir para solicitar los términos de referencia y mayor información.

Agradecemos desde ya la difusión y esperamos sus aportes!

domingo, 13 de enero de 2013

Versión digital Revista Punto Género N°2



Ya está disponible la edición completa de la versión digital del segundo número de Punto Género. Pueden encontrarla AQUÍ

Recuerden que la edición impresa se encuentra a la venta en el Departamento de Sociología de la Universidad de Chile, ubicado en Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa (3er piso Facultad de Ciencias Sociales). El precio es de $2000 el ejemplar.

Contacto: puntogenero@facso.cl; nucleogenero.sociologia.uch@gmail.com

jueves, 3 de enero de 2013

El N°2 de la Revista Punto Género puso énfasis en la violencia





FACSO.- Tras un exitoso lanzamiento de su primer ejemplar, la Revista Punto Género presentó este año su segundo número. Si bien las temáticas están conectadas, este año se puso énfasis en analizar la violencia contra las mujeres. Quienes integran el Núcleo de Investigación de Género y Sociedad Julieta Kirkwood, no sólo apuestan por la continuidad de la publicación sino en convertirse en un referente de los estudios de género.

Ambos números de la Revista Punto Género han destacado por el análisis de las problemáticas de género latinoamericanas. Los artículos que se han recepcionado para su publicación desde otros países, son en su mayoría de Argentina y Brasil. Es justamente esta veta regional la que la distingue y pone en valor. Al respecto, una de las presentadoras de la revista, la periodista Loreto Rebolledo, Doctora en Historia de la Universidad de Barcelona y académica de la Universidad de Chile, comentó: "Me interesa resaltar una dimensión de esta vocación latinoamericana, no sólo en lo referente a las temáticas que se abordan sino en la propuesta de una mirada propia que permite abrir las perspectivas con que se ha analizado el género, ya no desde la adopción acrítica de teorías surgidas de realidades primer-mundistas, que sólo ven subordinación en la vida de las mujeres del tercer mundo y que entienden la pobreza material como pobreza de vida".

El primer grupo de artículos se refiere a la instalación de la perspectiva de género en las políticas públicas, como elemento para promover la equidad. Apunta a comprender y evaluar ese proceso y el logro de sus objetivos, siendo un aporte tanto para la política pública cuanto para los movimientos sociales por la equidad, en tanto problematiza la calidad de los conceptos en uso y la real voluntad política tras los instrumentos de planificación.

El segundo grupo reflexiona sobre la violencia de género, sus múltiples fases y cómo es tratada en las políticas públicas, la legislación y la administración de justicia. Los artículos apuntan a las dificultades de luchar contra una expresión de la dominación masculina largamente instalada en los sujetos sociales. Y entender esta lucha como construcción de sujetos autónomos, no de víctimas a proteger.

En el tercer grupo se abordan otros niveles en que se trata de deconstruir la dominación. La experiencia de mujeres intentando protagonizar sus propias vidas, ejercer su derecho a decidir sobre sus cuerpos, la reelaboración de las identidades femeninas en el imaginario de las canciones de la cultura popular.

"Nos gusta que sea tan latinoamericana. En el primer número se destacaron los movimientos sociales y, en este, es más relevante la violencia de género. También mantenemos una interesante línea de análisis cultural. El trabajo de Anita (Tijoux) es muy crítico del sistema y ese sentido nos interesa", sostuvo la coordinadora del Núcleo de Género y Sociedad y académica del Depto. de Sociología, FACSO, Silvia Lamadrid.

Es en ese mismo sentido exploratorio que se incluyen la reseña del disco de Anita Tijoux, "1977", y una crítica ácida y creativa a la cultura sexual chilena hegemónica, de puño y letra de "Hija de Perra". Se continúa así una reflexión que asume la tradición multidisciplinaria de los estudios de género, aportando tanto desde la investigación social y la intervención social como desde la mirada de la crítica cultural.

La presentación de la revista fue también ocasión para entregar los diplomas a las alumnas que cursaron y aprobaron el Diplomado "Género, familia y políticas públicas" 2012.

Líneas de investigación para "enriquecer los estudios de género"

En su presentación, Loreto Rebolledo destaca dos artículos que -considera- son de un potencial inmenso para enriquecer los estudios de género. Ambos, ponen "en el tapete -a partir de datos concretos de la realidad que cuestionan los estereotipos dominantes sobre la femineidad- la capacidad de agencia y protagonismo de las mujeres allí donde otros han tendido a ver sólo víctimas de la discriminación, la pobreza y la violencia; invisibilizando sus capacidades de resistencia y de reinventar sus vidas, subvirtiendo, de manera simbólica o real los mandatos culturales de género".

Se refería a La otra cara de la moneda: mujeres que practican violencia, de María Antonieta Beltrán Gálvez, y a El cancionero Chicha y la transacción metafórica del poder femenino. Esbozo para una reflexión, de María del Pilar Clemente. "Estos dos artículos muestran una cara diferente a la caricatura que se ha hecho de las mujeres pobres de nuestros países en el cine y en la cual han caído también algunas feministas europeas y norteamericanas", apuntó la periodista.

Objetivos claros

El Núcleo de Género y Sociedad Julieta Kirkwood viene trabajando sistemáticamente desde hace algunos años para construir un espacio que dé lugar a la investigación de género. En este sentido, la publicación de la revista tiene objetivos claros: lograr ser una publicación indexada. "No tendría sentido la revista si no pretendiera formalizarse, constituirse en un espacio que dé lugar a la investigación de género. Por lo que hemos estado siguiendo todos los estándares para ir hacia allá", sostuvo Lamadrid.

A lo cual agregó: "El apoyo del Departamento de Sociología ha sido clave. Hay un respaldo fuerte a la línea de investigación de género. También hemos tenido asesoramiento de parte de la Dirección de Investigación en cuanto a los pasos formales a seguir. Hay que celebrar que el núcleo ha logrado tener un trabajo de equipo con un gran nivel de eficiencia. Se nota que hay oficio para manejarnos en esto".


martes, 4 de diciembre de 2012

Lanzamiento Revista Punto Género N°2. Jueves 13 de diciembre 18:30 hrs.



Tenemos el agrado de invitar al lanzamiento del segundo número de la revista Punto Género, iniciativa del Núcleo de Investigación en Género y Sociedad Julieta Kirkwood del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile.

Presentan:
  • Loreto Rebolledo. Periodista y académica, Universidad de Chile. Doctora en Historia, Universidad de Barcelona.
  • Pilar Errázuriz. Psicoanalista y académica, Universidad de Chile. Doctora en Estudios de Género, Universidad de Valladolid.


La actividad se llevará a cabo el jueves 13 de diciembre, a las 18:30 hrs. en el Auditorio Pedro Ortiz de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, ubicado en Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa, Santiago.

Agradecemos desde ya la difusión y asistencia.

¡L@s esperamos!

Contacto: nucleogenero.sociologia.uch@gmail.com; puntogenero@facso.cl

ENTRADA LIBERADA

sábado, 1 de diciembre de 2012

Resumen de las recomendaciones del Comité CEDAW a Chile



Feministas Feas.- Este resumen solo trata de las recomendaciones sobre Derechos Sexuales y Reproductivos realizados en la sesión 53 (2012) por el Comité CEDAW (el Comité por la Eliminación de la Discriminación hacia las Mujeres).

Lea las recomendaciones traducidas por Corporación Humanas AQUÍ.

¿Que es el Comité CEDAW?

La CEDAW es la Convención por la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra las Mujeres. Consiste en un listado de compromisos que los paises contraen para ir mejorando progresivamente  el bienestar (goce de los derechos humanos) y la participación política de las mujeres en las distintas sociedades.

El Comité está compuesto de 22 comisionadas y un comisionado que cada 4 años revisan los informes de cada país que haya ratificado la convención y también revisan los informes sombras de las organizaciones de la sociedad civil de estos paises. Y durante un día completo (en el caso de Chile, el 2 de Octubre 2012) tienen un diálogo constructivo con quien represente al Estado en cuestión y le hacen preguntas MUY puntudas. Y al final generan un listado de recomendaciones que el Estado está comprometido a acatar. Compromisos que lxs activistas podemos exigirle al Estado.

El comité vuelve a referirse al embarazo adolescente y al aborto como lo hizo en sus dos sesiones pasadas:

“profunda preocupación por el creciente número de embarazos de adolescentes que causan altas tasas de deserción escolar, la persistencia de las expulsiones escolares por motivos de embarazo y el escaso número de reclamos presentados después de eso, lo que se traduce en una falta de conocimiento (de sus derechos) de las estudiantes embarazadas; la falta de educación sexual sistemática en los programas escolares y la persistencia de prejuicios y estereotipos en el contenido de dos de los siete programas existentes sobre educación sexual”.

El Comité recomienda:

(A) Aumentar sus esfuerzos para garantizar que las estudiantes embarazadas se queden y regresen a la escuela durante y después del embarazo, incluyendo el establecimiento de mecanismos de supervisión, la aplicación de sanciones, informando a las estudiantes embarazadas de sus derechos en virtud de la nueva legislación, y mejorando las campañas de sensibilización;

(B) Incluir programas integrales de salud y derechos sexuales y reproductivos como una parte regular del programa de estudios, dirigidos a adolescentes de ambos sexos, incluso en los centros de formación profesional, con especial atención a la prevención de embarazos en adolescentes;

(C) Proporcionar capacitación en género para docentes de todos los niveles del sistema educativo y eliminar los estereotipos basados en el género o el sexo de los contenidos de la enseñanza de todos los programas de educación sexual;

Sobre Aborto

“el Comité lamenta profundamente que todas las iniciativas parlamentarias recientes encaminadas a la despenalización del aborto han fracasado en el Estado Parte, incluidos aquellos en los que la salud o la vida de la madre está en riesgo, en casos de malformación fetal grave o violación”.

Otros temas

Esterilización forzada: “El Comité también está preocupado por los casos de esterilización forzada de mujeres con VIH / SIDA en el Estado Parte”.

Pruebas obligatorias de VIH: “sobre los casos de VIH/SIDA, las pruebas obligatorias para las mujeres embarazadas, aunque la Circular n A/15/47 (diciembre de 2011) de forma explícita permite a las mujeres a rechazar esas pruebas".

Dificultades en el acceso a planificación familiar: “en vista del elevado número de embarazos precoces y los abortos peligrosos resultantes, el Comité está preocupado por las graves deficiencias en la aplicación de Ley Nº 20.418 y por las dificultades de las mujeres en el acceso y la disponibilidad de métodos anticonceptivos y servicios de planificación familiar”.

El Comité insta al Estado a:

(a) Adoptar todas las medidas necesarias para proporcionar un acceso adecuado a los servicios de planificación familiar y anticonceptivos, incluida la anticoncepción de emergencia, para prevenir los embarazos precoces y velar por la aplicación efectiva de la nueva legislación por los municipios.
(b) Garantizar que el consentimiento plenamente informado sea sistemáticamente buscado por el personal médico antes de la realización de esterilizaciones, que los profesionales que realizan esterilizaciones sin consentimiento sean sancionados y que la reparación y la compensación financiera estén disponibles para las víctimas de la esterilización sin consentimiento.
(c) Asegurar que la Circular A/15/47 sea debidamente cumplida y aplicada por el personal médico, y que las mujeres embarazadas se les informa acerca de la posibilidad de rechazar las pruebas de VIH/SIDA.
(d) Revisar la legislación vigente sobre el aborto con miras a la despenalización en casos de violación, incesto o amenaza a la salud o la vida de la madre.
(e) Llevar a cabo un estudio en profundidad que incluya datos estadísticos sobre los abortos ilegales e inseguros y sobre su impacto en la salud y la vida de las mujeres, en particular las derivadas de la mortalidad materna, y considerar su utilización como base para la acción legislativa y política.

Acceso a la Salud de grupos desaventajados de mujeres

“El Comité está preocupado por la exclusión social y la vulnerabilidad de las mujeres migrantes, así como los obstáculos que les impiden disfrutar de los derechos básicos, como el acceso a las prestaciones sociales y los servicios de salud, en particular para las mujeres embarazadas”.

Insta al Estado de Chile a:

“Adoptar todas las medidas necesarias para mejorar la situación económica de las mujeres migrantes, eliminando así su vulnerabilidad a la explotación y a los tratantes y su acceso a las prestaciones sociales y los servicios de salud, independientemente de su situación (migratoria), en particular para las mujeres embarazadas”.

martes, 20 de noviembre de 2012

Comunicado de Prensa: 20 de Noviembre, Día de la Memoria Transgénero



Desde hace años el 20 de noviembre se viene conmemorando el Día de la Memoria Transgénero (Transgender Day of Remembrance), fecha en que se recuerda a las y los compañeros que han fallecido por el odio irracional de quienes consideran que trastocar las fronteras del género merece la muerte.


Este día se ha institucionalizado para rememorar el deceso de Rita Hester, hecho que dio lugar al año siguiente al sitio web “Recordando nuestras muertes” (Remembering our dead), un proyecto que además contó con una vigilia con velas en 1999, en San Francisco, Estados Unidos. Desde estonces este evento se realiza en muchas ciudades del mundo.

En esta fecha es importante visibilizar las consecuencias que en una persona trans  (transgéneros, travestis, transexuales, transformistas y otras disidencias del género) pueden tener las exclusiones y discriminaciones a las cuales nos somete la mayoría por causa del estigma y la discrimiacion impuesta hacia este tipo de personas (mujeres y hombres), las organizaciones que representan a esta poblacion y velan por el respeto a sus derechos humanos deben seguir pronunciándose ante esta situacion y aprovechar esta fecha para hacer demandas a sus estados y visibilizar la problemática de las personas trans, misma que en la mayoria de los casos las obliga a ejercer el trabajo sexual, actividad que las hace vunerables al VIH-SIDA y las hace víctimas de violencias por parte de personas transfóbicas, lo que en muchos casos les cuesta la vida, a consecuencia de crímenes de odio.

Estos crímenes de odio en razón de la identidad de género asumida por las personas trans (transgéneros, travestis, transexuales, transformistas y otras disidencias del género) ocurren en cualquier parte del mundo. Hoy en día, las organizaciones y grupos trans comprometidos con la defensa de los derechos de sus colectivos denuncian y explicitan estas muertes mediante alertas e informes que van siendo compilados en el Prontuario de la Intolerancia del Secretariado Trans de ILGA, así como en el “Trans murder monotoring Project” (Proyecto de Monitoreo de Crímenes Trans) de la Conferencia Trans de la Unión Europea TGEU. “De esta manera se pueda dar cuenta al mundo de prácticas sociales globales que es imperativo erradicar de la faz de la tierra y que van contra todo valor de principio y dignidad de la persona humana”, comenta Belissa Andía desde el Instituto Runa de Desarrollo y Estudios sobre Género en Perú.

Es alarmante la situación por la cual atraviesan este tipo de personas en todo el mundo, exclusiones en el sistema educativo, laboral, judicial, servicios de salud, etc., espacios y servicios a los cuales tienen derecho como seres humanos y ciudadanos y ciudadanas, pero que por transfobia les son negados. Si bien en algunos casos logran acceder a ellos, no escapan de la discriminación por ser diferentes al resto de la mayoría y supuestamente violar las normas estabecidas por el resto, condición que muchas veces está impuesta por creencias religiosas que condenan lo diferente.

En la actualidad varias agrupaciones a nivel internacional buscan que la Organización Mundial de la Salud (OMS) remueva de su siguiente catálogo sobre enfermedades mentales el término “transexual” y que esta condición sea reconocida como parte de la compleja identidad sexual de los seres humanos. Todas las personas trans y muchas no trans pueden asegurar que ser transexual no es algo que pueda tratar la psiquiatría, sino que la misma persona identifica su género.

Según la activista feminista Silvia Buendía, “la homosexualidad es una orientación sexual, una persona que siente atracción sexual por alguien del mismo sexo. La condición del transexual o transgénero es totalmente diferente, es una persona que nació con un sexo biológico, pero en el momento en que empieza a crecer y a identificarse lo hace con un sexo diferente al de su cuerpo”.

El romper las barreras del sexo y el género tiene un precio demasiado alto y debemos hacer algo para que esto pare.

Marlenne Bennedeck Dumont
Secretariado Trans de ILGA

martes, 13 de noviembre de 2012

Invitación Quinto debate académico Núcleo de Género Julieta Kirkwood: Política y Género



El Núcleo de Género y Sociedad Julieta Kirkwood, del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile, tiene el agrado de invitarles al Quinto Debate del año 2012, que tratará sobre la relación entre Política y Género. Habrá dos exposiciones y tendremos espacio para debatir entre todos y todas quienes asistan. Las exposiciones se titulan:
  • 'Cosas de mujeres': tensiones en las memorias de participación política no feminista a fines de la dictadura militar en Chile (Ignacia Banda, Universidad de Valparaíso)
  • La Sub representación de género en el Congreso de Chile en el período 2009-2012. Caso: Partido Socialista (Constanza Montecinos, Universidad de Arte y Ciencias Sociales).


Se realizará el próximo miércoles 14 de noviembre a las 18.30 hrs., en el Auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile (Av. Ignacio Carrera Pinto 1045, Ñuñoa).

ENTRADA LIBERADA

Les esperamos!